EL DIARIO SE VISTE DE PRADA
SINOPSIS
El diablo viste de Prada es la historia de una chica modesta que no cree en la moda pero que se ve metida de lleno en el mundo de la alta costura tras conseguir el puesto de ayudante de una célebre y temida figura del periodismo especializado en este tema. Pese a los malos ratos que ha de pasar trabajando para su jefa, la competencia de la recién llegada acaba imponiéndose y no tarda en ganar puestos dentro de la revista, mientras se va a alejando de sus amigos y entra en el circuito de los grandes acontecimientos de la alta costura. La realidad de las traiciones y manipulaciones a que está sometido ese mundo acaba por demostrarle que no puede fiarse de nadie y quizá no está en el camino más adecuado para continuar su carrera como periodista.
Comedia agridulce, le película se adorna con la aparición especial de destacadas figuras de la moda como Gisele Bündchen, Heidi Klum o Valentino. A título de anécdota hay que señalar que el papel de diseñador de la revista le fue ofrecido al actor español Javier Cámara -que rechazó la oferta-, mientras que el papel de Meryl Streep iba a ser interpretado inicialmente por la británica Helen Mirren, galardonada por encarnar a la reina Isabel de Inglaterra en The Queen.
Clásica comedia de bucle, es decir: que parte de un lugar X para tomar un desvío de ciento ochenta grados y volver al final al mismo punto de partida pertinentemente edulcorado. Ese es el trayecto de Anne Hathaway de ida y vuelta, desde la integridad de una posición vital sin curvas y sin baches, a través del vertiginoso periplo hacia el éxito, cuando las tentaciones de la fama y la fortuna amenazan con pervertir los valores hasta ahuyentarlos. En ese sentido la ópera prima de David Frankel, autor de estimable hoja de servicios televisiva, apuesta por un detonante decididamente conservador y una encrucijada trillada y vista una y mil veces: aquella que sitúa al protagonista entre la espada y la pared, obligado a elegir entre su vida privada y laboral cuando la una es incompatible con la otra. A pesar de ese incómodo determinismo romántico de manual,El diablo viste de Prada es una de las comedias mainstream, es decir: con almíbar y esqueleto comercial, de lo que llevamos de curso cinematográfico.Frankel sabe jugar sus cartas, aunque estén marcadas, y diseñar un sugestivo vis a vis entre dos polos que se tocan al punto de converger:Meryl Streep, enorme y deliciosamente hierática (su nombre suena confuerza para el próximo reparto de Oscar), y Anne Hathaway que no se achica ante el monstruo escénico y entra al quite con sorprendente eficacia. La tensión límite de ese vínculo imposible entre la diva y la aprendiza, entre el Mefistófeles del pret a porter y la ingenua y talentosa discípula, es la clave del ritmo sostenido y felizmente vivaz que define la razonable excelencia de una cinta pertrechada para gustar a todo Dios. La gracia cardinal del invento descansa en un libreto, firmado por Alice Btosh McKenna, que sabe exprimir el jugo y la práctica totalidad del potencial de la novela de Lauren Weisberger. El diablo se viste de prada es cine para las masas, ligerito, complaciente y eficazmente cínico, una película para conectar el piloto automático y dejarse llevar sin hacer preguntas ni censurar sus abundantes arquetipos. Lástima que la moraleja esté tan masticada, pero exigir audacias y dobleces es pecar de exigente porque el acabado final, por encima de sus limitaciones, quiere empujar prototípicas reconciliaciones con el mundo. Lo dicho: vista gorda, aparquen neuronas y disfruten.
Fuentes
www.20minutos.es
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